09/06/2020
Más de dos meses de confinamiento te habrán hecho subirte por las paredes, así que es hora de darles una mano de pintura y sacar provecho del cambio.
Después del uso intensivo que has hecho de tu casa, convertida en gimnasio, guardería, oficina y vivienda, seguro que no le viene mal una puesta a punto. Por ejemplo, ¿has pensado en empezar la nueva normalidad con un cambio de colores en tus paredes? Pues antes de lanzarte a la aventura, ten en cuenta algunos principios básicos de la cromoterapia para que no te arrepientas después.
Lo primero que debes saber es que hay dos grupos de colores que conviene distinguir: los tonos cálidos, como rojos, naranjas y amarillos, que crean un efecto energizante; y los tonos fríos, como los grises, azules y verdes, que inducen un estado de calma, en función de su intensidad. La gama de los violetas transita entre la estimulación de los sentidos si se acerca al rojo y la melancolía si el tono tiene más componente de azul.
Por eso, en previsión de que tengas que pasar más tiempo del que te gustaría en tu vivienda en el futuro, lo ideal es que optes por tonos que te reconforten. Si te atraen los colores vibrantes, mejor que rebajes el tono y optes por sus declinaciones pastel, que suelen transmitir tranquilidad. Otro tono muy agradecido son las variantes de colores tierra o tostados con un punto siena, que aporta bienestar.
En todo caso, lo recomendable es no elegir en el Pantone solo en función de tus gustos o de los efectos que causan los colores sobre tus emociones, sino considerar también otros factores, como la iluminación de las estancias, que podrá modularse según el color de las paredes. Por ejemplo, los amarillos, además de dar un plus de energía, aportan luz, pero dada su intensidad, mejor reservarlos para espacios concretos y donde no tengas que permanecer mucho tiempo. Por ejemplo, son ideales para cubrir un muro de la cocina.
Y, finalmente, ten en cuenta también el tamaño de la casa. Así, si tu vivienda es de pequeñas dimensiones, opta por el color estrella en las paredes: el blanco nuclear, que crea un efecto de amplificación del espacio.
