
02/02/2016
En 2015 hemos asistido a la reactivación del crédito hipotecario. Según el Instituto Nacional de Estadística, hasta noviembre pasado (datos provisionales), el número de hipotecas sobre viviendas habría crecido un 16,4% en relación al mismo mes de 2014. En términos interanuales, el incremento sería del 19,7%. Además, este repunte ha tenido lugar en un contexto de creciente competencia, lo que ha impulsado que los bancos, salvo contadas excepciones, reduzcan los diferenciales sobre el euribor.
De persistir esta situación, los expertos pronostican un segundo semestre del año con hipotecas variables que podrían abaratarse hasta llegar al 0,5% más euríbor, si bien consideran que lo más probable es que oscilen entre el 0,75% y el 1% más euríbor. Eso sí, matizan, si la mejora de la economía persiste y no hay grandes reformas legislativas al respecto. Por otra parte, cada vez son más frecuentes las hipotecas mixtas, que combinan un tipo de interés fijo al principio y otro variable durante el resto de vida del préstamo.
En cuanto al importe de la hipoteca solicitada, y de acuerdo con los datos facilitados por el Banco de España, está cubre de media el 62,4% del valor de tasación de la vivienda. En cualquier caso, muy lejos de las hipotecas al 100% del valor de tasación que se ofertaban antes de la crisis. No obstante, el Banco de España también reconoce la vuelta al mercado de este tipo de hipotecas, pero de una manera lenta y “controlada”, y únicamente para clientes solventes, con altos ingresos y demostrada capacidad de ahorro. Otra diferencia sustancial es que estas hipotecas se conceden por lo general a inmuebles pertenecientes al banco.

Un escenario hipotecario más estable, para estimular el mercado de compraventa de vivienda: Así será 2016.
Lo que no se espera que cambie son los plazos de amortización. Durante estos últimos años el plazo máximo de amortización se ha reducido hasta los 30 años y sólo algunas entidades, como ING, conceden hipotecas a 40 años, dependiendo de la edad del solicitante.
Tampoco se presumen demasiados cambios en la vinculación que las entidades exigen a sus clientes para concederles una hipoteca, que seguirá siendo alta si se desea conseguir el diferencial más bajo posible: tarjetas, seguros, fondos de pensiones, etc. Tampoco faltan entidades financieras que, dependiendo de la solvencia del cliente, rebajan estas exigencias a la domiciliación de la nómina y la contratación de un seguro de hogar.
Podemos concluir entonces que en 2016 se mantendrá la tendencia hipotecaria iniciada en 2015; continuará creciendo el número de hipotecas y la competencia entre las entidades por captar clientes, lo que redundaría en mayores ventajas para los solicitantes (reducción de diferenciales u otras). A pesar de ello, conseguir financiación para la compra de una viviendadependerá en gran medida de los ahorros previos que posea el cliente para hacer frente a los pagos iniciales hasta la entrega de las llaves.